Dado el particular contexto que estamos viviendo y en relación a la evolución del mercado de seguros, una pregunta que nos surge es ¿qué expectativas podemos tener? Claramente, la pandemia y la crisis económica derivada del confinamiento tienen un papel protagonista entre los “riesgos” de este año.
Quedó claro que los costos del coronavirus SARS-CoV-2 no son sólo epidemiológicos, sino también psicológicos, sociales, políticos y económicos. En este escenario, se sumó la incertidumbre sobre el proceso de vacunación en nuestro país con la certeza de que el 2021 será otro año complicado.
Frente a la continuidad de la pandemia se despliegan una serie de interrogan-tes, entre ellos, ¿podrá resistir la sociedad argentina el costo generado por este virus? ¿cómo nos afectará desde el aspecto psicosocial y económico? A ello, le sumamos la pregunta respecto de cuál será el impacto en la actividad del mercado de seguros, en particular.
De una manera u otra, todos los actores del mercado asegurador se enfrentan a uno de sus ejercicios más complicados de los últimos años. La conjunción de diferentes variables puede generar que el mercado asegurador, en general, se endurezca. ¿Qué significa un mercado duro en seguros? Es el término que se emplea en el sector cuando las condiciones para asegurar un riesgo se vuelven más exigentes o, incluso, cuando es difícil encontrar una compañía que asuma determinados riesgos. Luego de un primer año de pandemia, en el que muchas compañías adoptaron una política de precios agresiva para mantener cartera, debilitando en muchos casos su solidez financiera y poniendo en juego su resultado técnico, los mediadores podrían experimentar dificultades para poder atender la renovación de las pólizas de algunos clientes, especialmente, las empresas. Las compañías podrían exigir una prima más alta para aceptar el riesgo, o bien limitar las coberturas o el capital asegurador. Evidentemente las aseguradoras serán mucho más precavidas a la hora de asumir ciertos riesgos. Por una parte, por un aumento del riesgo en sí mismo y, por otro lado, por prudencia en momentos delicados en los que ninguna empresa quiere exponerse más de lo estrictamente necesario.
Al margen de esta percepción general sobre el riesgo, existen otros elementos que el sector asegurador contempla como relevantes de cara al año que empezamos a transitar. En primer lugar, la delicada situación económica podría derivar en una cascada de insolvencias, en la medida que continúe el debilitamiento de la economía y cuando el sostén de contención implementado desde el Estado comience a decrecer. Esta situación afectará directamente al seguro de crédito y al cumplimiento de contratos, en general.
Con el mundo empresarial y laboral volcado a la digitalización, los riesgos cibernéticos están prácticamente fuera de control. Los ciberataques siguen en una espiral de crecimiento y son cada vez más sofisticados. A lo largo del año pasado, empresas de diversos sectores, entre ellos, el de los seguros, sufrieron ataques informáticos que doblegaron muchas medidas de seguridad. El teletrabajo o trabajo remoto se ha transformado también en un riesgo adicional para la ciberseguridad de las compañías y eso, obliga a tomar nuevas medidas en la seguridad. Por otra parte, el aumento del comercio electrónico y, por lo tanto, de los pagos a través de internet y diversas aplicaciones, son un estímulo para la capacidad de los ciberdelincuentes. El perjuicio económico posible generado por estos delitos es difícilmente medible y claramente representa una enorme amenaza para los tiempos que vienen.
Por otro lado, desde hace años, los efectos del cambio climático aparecen en la lista de principales riesgos del seguro. Las estadísticas demuestran que los daños causados por catástrofes naturales son mayores y más frecuentes. Estudios recientes del Consejo General de los Colegios de Mediadores de Seguros y el Observatorio de la Sostenibilidad de España, han demostrado un marcado aumento de inundaciones graves en diversas regiones, las cuales tendrán enormes consecuencias sociales y económicas sobre la población. Este tipo de situaciones se repetirá, sin dudas, a nivel mundial.
El seguro debe protegerse contra la pandemia: un riesgo constatado. ¿Cómo cubrir la próxima pandemia? El Covid-19 no es el primer virus que traspasa fronteras y los científicos aseguran que tampoco será el último. ¿Cuándo vendrá el siguiente? Imposible saberlo. Lo que está claro es que después de esta experiencia, el mercado del seguro no puede simplemente permanecer expectante. La pandemia figura entre las exclusiones de la mayoría de las pólizas, sin embargo, ante la magnitud del impacto, las compañías aseguradoras cu-brieron los daños y prestaron servicio a sus asegurados obviando la mencionada exclusión. Pero esto no parece una situación sostenible a largo plazo, como tampoco parece comprensible que los asegurados no dispongan, por ejemplo, de una cobertura por parte de su seguro de salud, en una hipotética futura pandemia.
Todo esto configura un escenario complejo y desafiante que deberemos atravesar con la mayor inteligencia posible.
Fuente: Este artículo contempla diversas referencias de la publicación española Tendencias.
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